La celebración del XXI Foro Aduanero la semana pasada en A Coruña llegó en un momento especialmente significativo para el comercio exterior europeo. El encuentro no solo reunió a profesionales del sector, sino que confirmó una tendencia que ya se percibe en puertos, terminales y operadores logísticos: las aduanas están entrando en un ciclo de transformación acelerada donde la trazabilidad, la coordinación interinstitucional y la calidad de los datos empiezan a determinar la velocidad —y la seguridad jurídica— de cualquier envío.

El nuevo Código Aduanero de la Unión: cuando los datos se convierten en frontera

La reforma del Código Aduanero de la Unión plantea una aduana capaz de evaluar riesgos antes incluso de que el barco atraque o el avión aterrice. La propuesta de Bruselas —que incluye la creación de un European Customs Data Hub y un estatuto reforzado para los operadores de confianza— dibuja un sistema en el que la frontera deja de ser un punto físico y pasa a ser un proceso continuo basado en datos. Para que esto funcione, la información debe circular de manera fluida entre exportadores, representantes aduaneros, operadores logísticos, navieras y autoridades, y hacerlo con un nivel de coherencia y verificabilidad que permita a los sistemas automatizados detectar riesgos, patrones y anomalías con anticipación.

En este contexto, la calidad del dato se convierte en un elemento operativo tan crítico como la propia ubicación del contenedor. El sistema evaluará la fiabilidad histórica del operador, la consistencia del expediente y la precisión de la clasificación arancelaria, lo que significa que cada declaración actúa como un “indicador de confianza” para futuras operaciones. De ahí que un pequeño error en origen pueda amplificarse en destino: un código TARIC mal aplicado, una descripción incompleta, un país de procedencia incorrecto o una documentación transmitida fuera de plazo pueden activar un control adicional, modificar el perfil de riesgo del envío o incluso obligar a reabrir un expediente.

La trazabilidad ya no depende del documento, sino de la consistencia del dato.

España reorganiza sus controles: el modelo integrado acelera

Mientras Europa redefine la frontera digital, España está reordenando la frontera física. La puesta en marcha de la Orden Ministerial OM PJC/756/2024 impulsa una integración real entre Sanidad Exterior, SOIVRE, Aduanas y Agricultura. La idea de un “control único” deja de ser ambición para convertirse en un proceso concreto. La información circulará entre organismos sin que el operador tenga que multiplicar trámites, con la promesa de reducir tiempos de espera y evitar inspecciones redundantes.

Para una transitaria —especialmente en puertos con carga diversificada— este cambio significa anticipación: entender los nuevos flujos, formar equipos y adaptar sistemas para aprovechar la nueva estructura en lugar de sufrirla.

El origen preferencial vuelve a ser un factor estratégico… y un riesgo si no se gestiona con rigor.

La actualización del marco paneuromediterráneo de origen es uno de los movimientos más relevantes del año. Aunque no genere titulares, está redefiniendo la manera en que fabricantes y exportadores acreditan el origen preferencial de sus productos. Las nuevas reglas introducen flexibilidades y endurecimientos según el sector, pero todas comparten una exigencia común: trazabilidad verificable.

Puertos más digitales: menos papel, más visibilidad operativa

La digitalización portuaria ya no se plantea en términos teóricos. Iniciativas como MOLA (Modelo Operativo Logístico Aduanero) —un proyecto impulsado por la Agencia Tributaria, Puertos del Estado y distintos actores del ecosistema marítimo— avanzan hacia plataformas donde organismos públicos y operadores privados comparten un mismo espacio de trabajo para el seguimiento documental y operativo. MOLA busca sincronizar la información que hoy se reparte entre navieras, consignatarios, terminales, servicios de inspección y aduanas, reduciendo las lagunas que suelen provocar retenciones innecesarias, duplicidades o discrepancias entre sistemas. El principio es claro: que todos los actores dispongan de la misma información, al mismo tiempo y en el mismo lugar, desde la llegada del expediente hasta la inspección y liberación de la mercancía.

En este nuevo entorno, el dato entra en el puerto antes que el contenedor, lo que permite anticiparse a incidencias, programar inspecciones con mayor precisión y conocer, incluso antes del atraque del buque, cuáles serán los puntos críticos del proceso. El proyecto incorpora además la idea de una trazabilidad continua del envío: cada actualización —un levante, una incidencia documental, una orden de inspección— se refleja en tiempo real para todos los implicados. Esta visibilidad compartida reduce incertidumbres y facilita que decisiones logísticas, como la organización de transportes terrestres o la planificación en terminal, se ajusten con mayor exactitud.

Para las empresas que gestionan operaciones internacionales, esta interoperabilidad se traduce en menos esperas, más coordinación y una mayor transparencia hacia el cliente final. También implica una evolución en la responsabilidad compartida: las disfunciones que antes podían atribuirse a “falta de información” quedan ahora más expuestas, lo que eleva la importancia de transmitir datos limpios, completos y en el momento adecuado. MOLA no es solo un avance tecnológico, sino un cambio de cultura operativa que exige que cada eslabón de la cadena trabaje con un estándar de calidad documental más elevado, alineado con la visión de una aduana europea más predictiva, digital y sincronizada.

El cuello de botella ya no depende del muelle: depende de cuándo y cómo llega la información.

 

La aduana predictiva: Europa como un único sistema

La visión europea culminará en la construcción del European Customs Data Hub, una plataforma donde los Estados miembro compartirán información en tiempo real. El resultado será una aduana más unificada, donde un envío podrá ser analizado en origen con criterios comunes. Las empresas con historiales fiables serán procesadas de forma más ágil. Las que acumulen incidencias serán objeto de controles más intensivos.

Los cambios que se van a consolidar en el 2026 no son teóricos ni lejanos. Tienen implicaciones directas en los tiempos de tránsito, los costes y la percepción de fiabilidad de cualquier operador en la cadena de suministro.

Europa está construyendo una aduana más técnica, más integrada y basada en datos. Y en ese escenario, la agilidad logística no se consigue en el muelle, sino mucho antes: en la calidad de la declaración, en la coherencia documental y en la capacidad de anticipar requisitos.